La respuesta de Günter Grass
Günter Grass
Günter Grass ha respondido a las críticas por el poema, acusado de nazi y anti-semita, que publicó la semana pasada en diversos medios. Se refiere en especial al hecho de ser declarado persona non grata en Israel, impidiéndosele el ingreso a ese país.
Dice:
Tres veces se me ha negado la entrada en un país. Comenzó la República Democrática Alemana, RDA en abreviatura, por orden del Ministro de Seguridad del Estado, llamado Mielke. Y fue él quien, años más tarde, retiró la prohibición, aunque ordenando una vigilancia reforzada de los viajes previstos de una persona clasificada como “elemento subversivo”.
Cuando mi mujer y yo, en 1986, pasamos varios meses en Calcuta, la capital de la Bengala occidental, se nos negó la entrada en Birmania como “indeseados”. En ambos casos se siguió la práctica habitual en las dictaduras.
Ahora es el Ministro del Interior de una democracia, el Estado de Israel, quien me ha sancionado negándome la entrada, y su justificación para la medida coercitiva impuesta recuerda –por su tono– el veredicto del ministro Mielke. Sin embargo, no podrá impedirme conservar mis vivos recuerdos de varios viajes a Israel. Todavía tengo presente el silencio del desierto judaico. Todavía me veo irremisiblemente unido a la tierra de Israel. Todavía me encuentro hablando con Erwin Lichtenstein, el último síndico de la comunidad judía de Danzig, mi ciudad natal. Y todavía guardo en mis oídos las interminables discusiones con amigos. Disputaban (después de una guerra victoriosa) sobre el futuro de su país como potencia ocupante pero estaban también llenos de una inquietud que, cuarenta años más tarde, se han convertido en un peligro amenazador.
No existe ya la RDA. Pero, como potencia nuclear de dimensión incontrolada, el gobierno de Israel se considera autolegitimado y, hasta ahora, inasequible a toda admonición… Solo Birmania permite que germine una pequeña esperanza.
En el blog “Letra pequeña”, Javier Rodríguez Marcos hace un resumen de lo acontecido hasta el momento y se pregunta por qué, en vez de un artículo, Grass escribe un
Un artículo de Günter Grass sería otro artículo de Günter Grass. Este poema de Günter Grass es el poema de Günter Grass (que como poeta no es ningún advenedizo: la editorial Bartleby ha editado cumplidamente en español su obra poética en traducción del propio Miguel Sáenz).
Los gobiernos alérgicos a la crítica (o los que no tienen empacho en demostrar su alergia más bien) son los únicos que todavía se toman en serio a Hölderlin: “Pero el mar quita y da memoria; / también el amor fija las atentas miradas; / mas lo que permanece los fundan los poetas” (Recuerdo).
También algunos poetas se toman en serio a Hölderlin. En un reciente artículo en El País Semanal Javier Cercas reproducía su conversación con el poeta australiano Les Murray: “Le pregunto si, además de poesía, escribe prosa. “No”, me contesta. “Eso no dura”.
¡Un poema en la sección de Internacional! ¿Un artículo? Eso no dura.
En asuntos poéticos, el Gobierno israelí no se parece al resto de las democracias, cuya actitud hacia la literatura suele ser de despectivo silencio. Mientras no salga en la tele… Solo los gobiernos intolerantes persiguen a los poetas. Ese es el drama de la poesía en democracia: nadie la persigue; tal ver porque para perseguirla había que leerla y, como decía Auden pensando en Yeats, “poetry makes nothing happen”.
“La primera cautela de la que se rodea Grass es la elección del género literario para exponer sus argumentos, en los que toma distancia de Israel como alemán que llegó a militar en las SS ya próximo el final de la guerra, según relató en Pelando la cebolla. Al desarrollar sus argumentos como poema y no como artículo, Grass intenta situarlos en el terreno acotado de la creación, invitando implícitamente a compartir una emoción antes que a polemizar con unas opiniones. El premio Nobel se declara, además, “envejecido” y confiesa escribir el poema con “su última tinta”, un recordatorio apenas velado de que se encuentra en el último tramo de su vida. Lo que hay que decir lo dice mediante un género literario y desde una circunstancia personal que anticipa una posible censura, y ahí la segunda cautela.