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Andrés Neuman aguijonea a Ruiz Zafón

Publicado: 2011-11-30

Carlos Ruiz Zafón

“A mí, en principio, lo de acelerar su lectura me parece fantástico. Hay cosas que es mejor terminar cuanto antes” dice Andrés Neuman en Revista Ñ al comentar la presentación en Barcelona de la tercera novela de Carlos Ruiz Zafón, El prisionero del cielo. Y no es la primera broma con maldad que le suelta Andrés. Se nota que no le aguanta un pelo y lo aguijonea una y otra vez con aquello de “no querer liar” a sus lectores. Bienvenida sea el arte de la diatriba, cuando no entra en la injuria ni el golpe bajo. Muy divertido. 

Dice la nota:

Ruiz Zafón, o Zafón Ruiz, que tanto monta, y viceversa, acaba de ensayar una ejemplar tesis comparativa con su obra precedente. Siempre atento a las teorías de la recepción, nuestro ventoso autor reflexionó en Barcelona, durante el lanzamiento de El prisionero del cielo: “Es una novela más luminosa, menos oscura y ambigua que la anterior, El juego del ángel. Sabía que los lectores se iban a enfadar conmigo por liarles, pero estaba previsto”.

Carlos, osado Carlos, ¿pero cómo se te pasó siquiera por la hipófisis intentar ser ligeramente ambiguo, polisémico, cuando uno puede ser para siempre transparente, unívoco? ¿Para qué buscar los claroscuros, tantear cierta penumbra, si se puede encender un foco de mil quinientos vatios? Y sobre todo, Carlos, luminaria nuestra, ¿cómo consideraste, ni por un solo párrafo, la posibilidad atroz de liar a tus lectores? ¿No ves que entonces nos perdemos enseguida? ¿No te das cuenta de que ya bastante lío hay en nuestra propia vida, tan necesitada de tus ángeles y cielos? ¿Cómo no vamos a enfadarnos, hombre, dime, un pelín, que en dialecto sureño se diría un cachito, si no nos das exactamente lo que estamos esperando? En esta providencial tercera entrega de la serie, por fortuna, tienes a bien revelarnos “las claves para interpretar el libro anterior”. No te imaginas cuánto alivio nos proporciona semejante generosidad hermenéutica. Llevábamos unos cuantos años haciéndonos preguntas. Y ya sabes que, a la larga, eso resulta pernicioso. “Los hilos se van atando”, nos explicas, “y eso generará una lectura más acelerada”. A mí, en principio, lo de acelerar su lectura me parece fantástico. Hay cosas que es mejor terminar cuanto antes.

La única duda que me queda flotando, leve, imperceptible casi, es la siguiente: ¿cómo harás para desliarnos si te has puesto a atar hilos? Parece que, fatalmente, las complejidades nos persiguen. Seguro que todo se aclara en la cuarta entrega.


Escrito por

Iván Thays

Escritor peruano. Autor de las novelas "El viaje interior, "La disciplina de la vanidad" y "Un lugar llamado Oreja de perro".


Publicado en

Moleskine Literario

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