Westphalen, 100
Emilio Adolfo Westphalen
Recuerdo que lo conocí. Fui con Patricia de Souza a la clínica Maison de Santé, donde estaba internado, unos años antes de su muerte. Yo estaba bastante silencioso, mientras Patricia lo hacía reír. Su mirada era inteligente, profunda, devastadora. La mirada más profunda que he sentido en mi vida. Al despedirme le di la mano. La sensación dura hasta hoy. Lo había visto antes, en la PUCP, hablando de César Vallejo (aludiendo primero a su maestro Eguren) y luego, cuando no podía hablar, recibiendo un homenaje en el Congreso de la República. Pero sobre todo lo recuerdo en una célebre conferencia en la U. de Lima donde fue levantando la voz, alzando sus manos nerviosas, esquivando a sus admiradores, exigiéndoles a los poetas un compromiso con las palabras absoluto, monacal, radical. Ningún otro compromiso (con la sociedad o con el mercado, con los pobres o los ricos) le parecía válido.
Hoy se celebran 100 años del nacimiento de Emilio Adolfo Westphalen, uno de los poetas más grandes que ha dado el país y el idioma en general, un poeta poco conocido fuera de las fronteras del Perú lamentablemente. Vinculado a la vanguardia peruana, en especial al surrealismo, Westphalen publicó siendo muy joven (antes de los 24 años) dos libros de poesía fundamentales: Las ínsulas extrañas y Abolición de la muerte. Luego, tuvo un largo silencio apenas roto en sus años de vejez. Murió en agosto del 2001.
Octavio Paz dijo de él: “Emilio Adolfo Westphalen es uno de los poetas más puramente poetas entre los que escriben (hoy) en español. Su poesía no está contaminada de ideología ni de moral ni de teología. Poesía de poeta y no de profesor ni de predicador ni de inquisidor. Poesía que no juzga, sino que se asombra y nos asombra”.
Quienes quieran recordarlo pueden ir hoy a la Casa de la Literatura Peruana, a las 5 pm, donde se le brindará un homenaje.