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"... es el hombre al que todos se la tenemos jurada"

Publicado: 2011-05-19

Philip Roth en 1968

Curiosa la nota celebratoria de Diego Erlán sobre Philip Roth, reciente ganador del Premio Booker Internacional, en la Revista Ñ. ¿Será cierto?

Dice:

Pocos escritores tienen la capacidad de convertir al lector en un adversario, en un retador que le exige devolver la corona de campeón cada vez que aparece alguno de sus libros. Las posturas misóginas y la sexualidad exuberante que podían verse en El mal de Portnoy (1969) terminan con misoginia y sexualidad que sólo busca salvar a ese viejo verde que es Simon Axler en La humillación (2009), uno de sus últimos libros. Pero eso es en las líneas narrativas: Roth se empecina en golpear sin guantes sobre la religión, la moral y las buenas costumbres. En el espacio de esos títulos, que crece año tras año, Roth se ha convertido en el autor de un solo libro: una posible autobiografía ficcional. Martin Amis dijo que “Roth es de alguna manera excesivamente único. Es él, él, él”. Narcisismo a la quinta potencia. Una construcción que todavía divaga entre la reclusión monástica que tuvo Salinger hasta su muerte y el programa de autopromoción permanente de Norman Mailer. Roth, de algún modo, sería como Gombrowicz, que en su Diario de 1954 decía algo similar: “yo soy mi problema más importante y posiblemente el único: el único de todos mis héroes que realmente me interesan. (…) Comenzar a crearse a sí mismo y hacer de Gombrowicz un personaje, como Hamlet o Don Quijote”. Roth es la persona más interesante que conoce Philip Roth. Y la prosa de Roth, mal que nos pese, hace temblar sólo de mirarla. Por eso es el hombre al que todos se la tenemos jurada.


Escrito por

Iván Thays

Escritor peruano. Autor de las novelas "El viaje interior, "La disciplina de la vanidad" y "Un lugar llamado Oreja de perro".


Publicado en

Moleskine Literario

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